cuerdas de mago

Hoy el sol se ha quedado hasta más de las siete y por la calle, a la gente, se le notaba en las sonrisas. Un día más, pero brillante como cristalitos.



Tranquilo en cuanto al futuro que es lo que más angustia. Hay días que la lluvia lo amarga todo, aunque me guste. Londres será el país de las maravillas pero te construye un caracter a prueba de grises y por eso los colores se colocan en el resto del paisaje urbano. Por el sur no nos damos cuenta de lo felices que nos hace el sol porque la felicidad no hace falta pensarla, el sol la transporta a través de la piel y cortando un poquito la respiración. Sin saber porque.



Pero no tan tranquilo en cuanto al pasado, que es lo que trae melancolia. La melancolía és como una cuerda de mago que hace y desace nudos entre el estómago y el corazón. Son cosas que pasaron y que nunca volverán; sentimientos de todos tipos, no siempre buenos, convertidos en hielitos que tememos se fundan para siempre sin poder usarlos ni guardarlos, ni siquiera decirlos. Como escribió Susan Sontag, cuando nos sentimos nostálgicos, tomamos fotografías. Y yo digo que en las fotografías almacenamos un sentimiento y cuando la abrimos, rebuscamos de nuevo ese sentimiento que solo existe en nuestros estómagos atado a la cuerda de mago y sus nudos. Y no se puede dar ese sentimiento, no se puede decir. Las fotos de los demás no nos hablan de sus sentimientos, nos hablan de los nuestros propios y talvez de lo que creemos sobre otros sentimientos. Sin embargo las películas son útiles y bonitas porque tienen más tiempo y medios para decir los sentimientos y cuando lo consiguen es que todo esto del cine ha valido la pena.